Por qué la escritura es terapéutica


Escribir hace bien; nos permite expresar y poner en papel aquellas cosas que han quedado retenidas dentro de nosotros. Manifestar nuestros sentimientos implica dejar atrás el temor por aquello que sentimos y verbalizarlo para liberarlo de nuestro interior. Esta es la razón por la que escribir es una de las técnicas más efectivas para ayudar a las personas a poner en palabras lo que sienten. Esta técnica, asimismo, es altamente eficaz para ayudar a que, progresivamente, la persona pueda abrirse.


a. Dolor y sufrimiento

Como sabemos, el dolor es normal y universal; el sufrimiento, por su parte, comprende aquellas cosas que nos quedaron guardadas, que no pudimos expresar y explicitar por distintas circunstancias. Muchas veces, frente a una situación muy estresante -un robo, un accidente, una muerte inesperada- quedan, en esas experiencias, palabras que no pudieron ser dichas e incluso la capacidad de simbolizar lo vivido, de narrarlo, de lexicalizarlo. Es en estos casos en los que la escritura se vuelve terapéutica.

b. No haberse despedido

Especialmente en estos días, somos testigos de personas que han perdido seres queridos sin poder saludarlos, acompañarlos y aun verlos. Aquí, nuevamente, la escritura puede acompañar como acto simbólico y como ritual de despedida.

c. Emociones y recuerdos positivos

Muchas veces, han quedado guardados dentro de nosotros agradecimientos no verbalizados, expresiones de afecto, palabras de felicidad. También en estas ocasiones, el ritual de la escritura puede ayudar a enunciarlos.
Por qué la escritura es terapéutica

Además de brindar la posibilidad de expresar, de "sacar" de nuestro interior palabras que han quedado atascadas, como la mano siempre va más lento que nuestra mente, escribir también nos permite ordenar las ideas.

Años atrás, era muy habitual llevar un "diario íntimo" donde cada uno escribía experiencias o sentimientos propios, intimidades y que no quería que nadie -o casi nadie- del círculo íntimo- leyera o se enterara. Esta era una muy efectiva manera de poner en el afuera las vivencias.

Distintos tipos de escritura:
  • Cartas de despedida en las que hacemos declaraciones emocionales importantes como perdonar, pedir perdón, narrar recuerdos, decir lo que no se puede expresar por distintas circunstancias.
  • Cartas de agradecimiento donde nos permitimos volcar los recuerdos bonitos, las experiencias compartidas.

Diario íntimo donde asiduamente escribimos lo que sentimos.

Dibujos, apuntes, etc.
Cómo hacerlo

Podemos crear una carta de despedida o de agradecimiento escribiendo aproximadamente diez minutos por día, y luego terminarla en determinado tiempo, por ejemplo, una semana. También puede hacerse de "un tirón", es decir, de una sola vez. Quizás deseemos darle un título a esa carta o dibujo, pero también es posible hacerlo sin título. No hay una metodología fija. Sin embargo, en todos los casos, al escribir, es importante darnos luz verde para volcar en el papel todos los sentimientos que surjan, sin tachar, sin romper nada, solo permitiéndonos la expresión abierta y sincera.
Qué hacer con el escrito

Las posibilidades son variadas: podemos llevar esa carta y hacer un ritual simbólico: enterrarla, quemarla, leerla en voz alta y luego romperla, o buscar a un amigo y leérsela, ir a un lugar que ese familiar frecuentaba y leerla allí. Escribir, leer y romper es un proceso que ayuda a que la persona pueda descargar en su totalidad emociones, sentimientos e ideas, permitiéndole así darles un cierre. Llevar un diario es muy útil cuando uno decide sencillamente escribir, pudiendo expresar lo que siente y guardarlo para sí.

Para curarnos necesitamos hablar, estar juntos y escribir, de manera que podamos expresar nuestros sentimientos, liberarlos.

¡Qué gran impacto genera hacer una carta de agradecimiento y leérsela a la persona mirándola a los ojos! Muchas veces, las emociones positivas nos quedan guardadas, por lo que tenemos que darnos permiso para hablar y expresarlas.

Un gran psicoanalista argentino afirmó: "Cuando hablamos, explicitamos lo que nos sucede y entonces, eso deja de ser peligroso".

Por: Bernardo Stamateas para Diario LA NACIÓN

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